Diseñar un logotipo desde cero se puede plantear de diversas maneras, os vamos a hablar de la forma en la que más nos gusta trabajar este tipo de proyectos.
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
Pues bien, la situación ideal es que consigamos sacarle al cliente un briefing de diez. Para ello debemos hacer, antes de nada, una serie de preguntas a nuestro cliente, muchas nos vendrán bien para comenzar a crear nuestra historia.
¿A qué se dedica la empresa? ¿Porqué se creó? ¿Cuales son sus objetivos y público al que va dirigido?¿El plazo de entrega?¿Si saben cuál es su competencia? Hoy en día muchas marcas se desarrollan para optimización digital, pero hay que preguntar también si tendrá diversas aplicaciones offline. Y para cerrar más el briefing, se puede preguntar qué colores se imaginan, y si tienen algo en mente, aunque siempre avisando, que después eso no tiene porqué ser así, siempre argumentando tus motivos.
*Importante, bajo nuestra opinión, si el logotipo nace a la primera y recoge el briefing perfectamente, no se tienen porque hacer más propuestas. Siempre nos gusta mostrar seguridad en nuestro proyecto y no por presentar más cantidad, estamos haciendo un mejor trabajo. Cómo máximo, a lo mejor, apuntamos varios conceptos y desarrollamos dos/tres ideas.
INVESTIGAR
Una vez tenemos el briefing, toca investigar, lo más lógico es que no seamos profesionales del campo en el que trabaja nuestro cliente. Hay que leer, buscar acerca del tipo de trabajo que ejerce la empresa, empaparse y ver sobre todo, si tiene competencia y qué hace esta.
LLENAR NUESTRA CABEZA DE IDEAS
Lo siguiente es el enriquecimiento visual, “copiar” ideas de inspiración y sacar de ellas cosas nuevas, o plantear cosas nuevas desde cero. Pero el caso es que para crear, primero hay que ver, la plataforma pinterest es una gran herramienta para este proceso.
Apuntamos, bocetamos en nuestro cuaderno palabras, dibujamos pequeñas ideas gráficas, para luego elegir las más idóneas para nosotros y probar luego en la pantalla.
Es muy importante, apuntar palabras, palabras que como dijimos antes, nos ayuden a crear esa historia. No siempre podemos, o el cliente no lo necesita, pero nos encanta proponer un “claim” a nuestro logotipo, es nuestro apoyo y nos sirve para reforzar nuestra identidad visual.
BOCETAR
Una vez que nuestra cabeza está llena de ideas, de elementos, buscamos tres o cuatro adjetivos que más se acerquen a lo que queremos contar y se saca un concepto, que nos ayudará a cerrar el “claim”. Todo esto a la vez que también empezamos a digitalizar nuestra idea.
Es el momento, en que generalmente se decide, si queremos un logotipo, un imagotipo o un isologo, buscamos las tipografías que más se acerquen a lo que buscamos y vamos dándole forma a la imagen.
COLORES
Seguramente ya en la parte de investigación y llenarnos de ideas, el color lo tendremos más o menos claro. El cliente puede que nos haya dicho sus preferencias, ahora debemos ver si encajan, si van con la marca o por el contrario, transmite connotaciones erróneas.
Debes comprobar primero si el logotipo funciona en blanco y negro, una vez cumplamos este requisito, siempre pensamos tanto en colores para el propio logotipo como en colores secundarios, que puedan venir bien para aplicar a otros elementos de la identidad visual, tanto para redes como elementos offline. Nos gusta basarnos en la psicología del color para elegir nuestro color principal y luego consultar paletas de colores en herramientas online, como por ejemplo adobe color. Últimamente las imágenes hacen mucha referencia a lo digital, podríamos hacer una versión del logotipo con colores en degradado, pero en nuestro caso, a no ser que es que lo pida el logotipo, sería una versión secundaria.
PIDE OPINIÓN
Una vez tengas tus ideas plasmadas y más o menos cerradas, es importante pedir opinión y dejar que otros den sus impresiones, valora sus argumentos y decide.
Cuando el cliente quede satisfecho, llega la hora de desarrollar un manual de identidad…
Investiga, busca un concepto, sé simple y pide opinión.
David Barco. Art Director
¿hablamos?
EL CAMINO QUE ELIGES TIENE SIEMPRE UN PUNTO DE PARTIDA
Goodland es una empresa joven que cree en la comunicación como la clave para desarrollar y consolidar el valor de una marca. Vivimos en la era de la percepción y hoy más que nunca es imprescindible cuidar cada detalle, cada imagen, cada palabra, cada sonido, en definitiva, cualquier elemento capaz de modificar la impresión que tus clientes tengan de ti.